jueves, 24 de enero de 2013

Pasa la voz.


Hoy quiero hablaros de la E.L.A. Porque existe, porque le puede tocar a cualquiera y porque desde hace ya un par de años la está sufriendo mi padre.
La E.L.A o Esclerósis Lateral Amiotrófica es una enfermedad neuromuscular, por eso también es conocida como Enfermedad de la motoneurona. Lo que les sucede a los afectados de E.L.A. es que las células nerviosas encargadas de controlar el movimiento de la musculatura voluntaria van poco a poco disminuyendo su funcionamiento y  al final mueren, lo que conlleva atrofia muscular y debilidad. Su causa es por ahora desconocida, aunque cada día es mayor el conocimiento que se tiene sobre el funcionamiento del sistema nervioso, de ahí la importancia de apostar por la investigación. Resumiendo, la persona que la padece es consciente en todo momento de cómo va perdiendo movilidad en piernas, brazos, cómo es incapaz de masticar, de tragar, de respirar…
Todo esto es la teoría. Lo jodido es la práctica. Recuerdo todavía cuando mi padre empezó a quejarse de debilidad en las piernas. Tendría unos 61 años, así que no se le podía achacar esta falta de fuerza a su edad. Durante un tiempo lo llevamos a darse unos masajes en las piernas (es lo que tiene desconocer lo que está sucediendo), por ver si así mejoraba. Pero nada. En pocos meses pasó de andar a buen ritmo (como buen ex legionario que es) a casi arrastrar los pies y no poder levantar la pierna ni para subir el bordillo más pequeño. Entonces aparecieron las muletas…y también un montón de pruebas, análisis, días ingresado en el hospital. Hasta que se le puso nombre. Y ese fue uno de los peores días de mi vida (imaginaos para él).
                                         
Siempre escuchas historias de enfermedades tremendas, pero al menos a mí hasta ese día nunca me había afectado ninguna tan de cerca. Cuando mi hermano, que había acompañado a mis padres al neurólogo, me dijo al salir que tecleara en Google E.L.A., mi visión de las cosas cambió. No daba crédito, de hecho mi mente me lo negaba una y otra vez. “Se han equivocado, no será eso, le tendrán que hacer más pruebas…”. Fueron días y días de lloros y de negar lo evidente.
No mucho tiempo después la familia se tuvo que armar de valor para explicarle a mi padre qué era y en qué consistía exactamente la enfermedad que padecía. Fue horrible exponerle a alguien las tremendas fases por las que iba a pasar. También fue bastante angustioso ver cómo se pasaba de muletas a andador, de éste a silla de ruedas, cómo el salón se iba llenando de aparatos especiales para mover a mi padre, etc. Es muy duro, sobre todo para él porque en todo momento va a ser consciente de lo que le está pasando.
Actualmente mi padre se encuentra “estable”, todo lo estable que se puede uno encontrar cuando padece una enfermedad degenerativa. Las piernas ya no las puede mover nada, y desde hace un tiempo no es capaz de levantar las manos más allá de la altura de los codos. Es ya un ser dependiente. Las ayudas que se reciben son pocas por no decir casi inexistentes. Mi madre ha tenido que aprender de la noche a la mañana a ser enfermera y cuidadora además de ama de casa y mujer trabajadora. Ella es muy fuerte, no deja de sorprendernos a todos, saca fuerzas en momentos en los que otra persona tiraría la toalla y diría “yo no puedo más”. Aún así tiene que lidiar con una depresión que se encargan de empeorar los miles de papeles, documentos, certificados e instancias que tiene que presentar para poder obtener alguna ayuda de las administraciones.
A pesar de todo, siempre hay que ver lo positivo. Nosotros, la familia, de tanto repetírselo a mi padre al final hasta nos lo hemos creído. Que todo tiene su lado positivo, y es cierto. Sumado al “podría ser peor” (“Papá, no te duele nada, no tienes que estar ingresado en un hospital, aún puedes disfrutar de muchas cosas…”), está el hecho de que estos golpes que te da la vida unen. Yo noto a mi familia más unida, mucho más coordinada (mi madre ahora nos dice que qué gran idea fue en su día tener cuatro hijos, ¡nos da para más turnos!), disfrutamos más de cada reunión, de cada celebración. Sabemos que la enfermedad sigue ahí, todos lo sabemos, pero hemos aprendido a convivir con ella (si es que eso se puede lograr, ahí estamos).
Sé que todo el mundo tiene sus propios problemas, sus propios pesares; este es el mío y el de mi familia. Me gustaría que aquél que se dignara a leer estas líneas intentara dar a conocer esta enfermedad, ya sea compartiéndolo en su muro, o hablando de ella. Nos dolió en el alma ver cómo se recortaba sin ningún miramiento en el sector de la investigación. Hace poco nos asestaron otro golpe diciéndonos que quieren eliminar la gratuidad de los medicamentos a personas con este tipo de enfermedades. Ojalá se entendiera de una vez los miles de pasos atrás que estas medidas suponen. Y cómo restan esperanza a los enfermos y familiares.
Para terminar, que no es cuestión de hacerse pesada, quiero dar a conocer la labor tan importante que realiza la Asociación ADELA (programas de Respiro Familiar, fisioterapeutas voluntarios, ayuda psicológica e información constante a los enfermos y a sus familias, etc…) y a la Fundación Diógenes, que sigue contra viento y marea apostando por la investigación. Y cómo no a todos los que colaboréis en que se conozca más esta terrible enfermedad y promover así que los afectados no caigan en el olvido de las administraciones. Recordad: LA E.L.A. EXISTE.

P.D. Y ya si uno quiere aportar un granito más de arena, pues que se haga socio de la Asociación Adela, que son sólo 50 euritos de nada al año, y lo necesitan mucho en estos tiempos que corren.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Vuelta al cole con los deberes hechos.


Llega septiembre con su vuelta al cole, su vuelta a la rutina, su adiós a las vacaciones (snif)…y su vuelta a los entrenos. Con el comienzo de este mes un nuevo plan de entrenamiento ha llegado a mi correo electrónico, siempre puntual, detallado y personalizado (ver foto), gentileza de mi “entrenador” Don Jacinto: para mí ya ha alcanzado ese estatus por cobijar a tres pichones más bajo su tutela a parte de la que escribe estas líneas. Todo se contagia y parece ser que esto del deporte popular (entiéndase “matarse a entrenar en tus horas libres y sin que te paguen”) es uno de los virus más letales.

  
 Estos son los plannings personalizados de mi querido míster.

 Lo de Sevilla parece que fuera hace lustros y no ha pasado ni un año. Aún tengo presente el temor a nadar en las aguas del Guadalquivir pensando que en cualquier brazada podría pescar un carrito de supermercado o una rueda de coche…¡ays, qué recuerdos ! Me pongo ñoña, han sido tantas competiciones, y cada una taaan diferente…(insértese aquí un flashback peliculero):
. Carrera del Amanecer en Santa Pola, 6,5 kms. (Septiembre 2011). Aquí una se da cuenta de que hay que entrenar, pero cuesta tanto…
. Carrera en La Aparecida, 10 kms. (Septiembre 2011). Un consejo: antes de corred, orinad. Ahí queda dicho, de novata a novatos.
. Carrera contra el cáncer de mama en Elche, 8 kms. (Octubre 2012). Con la emoción de que mi padre fuera a verme con su silla de ruedas casi recién estrenada, con lo que cuesta que salga de casa. ¡Gracias, patriarca!
. Carrera en Guardamar, 7 kms (Navidades 2011). El pistoletazo de salida para la creación de los planes de entrenamiento serios. No sabía en lo que me metía…¿o sí?
. Carrera La San Valentín en San Javier, 10 kms. (Febrero 2012). Mi estómago comienza a demostrarme que no está dispuesto a apoyarme en esto de las carreras…
. Media Maratón de Elche, 21 kms. (Mayo 2012). Mi flato normal evoluciona cual Pokémon tras haber esnifado ántrax y me paro tres veces por el dolor. Aún así mejoro mi marca anterior (la de “por mis huevos”) y eso me anima a luchar contra Pikachu y a seguir entrenando.
. Carrera Elx al riu, 10 kms. (Mayo 2012). Correr con un calor tremendo, al lado de un río casi seco y en una pista polvorienta es complicado. Una de las más duras psicológicamente. Y encima que te den trofeo…sintiendo que has corrido fatal…
. Triatlón de Sevilla, categoría Sprint (Mayo 2012). Tras los entrenos durante 5 meses toca probar las tres disciplinas juntas y aunque resulta duro, el gusanillo empieza a picar.
. Triatlón en Cartagena, categoría Super Sprint (Junio 2012). Aquí noté que haber empezado con un Sprint fue buena idea. Pero la próxima vez…¡no me saltaré la rotonda!
. Triatlón de Alhama, categoría Super Sprint (Junio 2012). Por ahora es la competición en la que más he disfrutado. Hubo buen rollo en la piscina, un montón de familia para animar y encima consigo hacer buen papel. El gusanillo ya es un gusanaco de tres pares.
. Acuatlón de Cieza, Open Promoción (Julio 2012). A pesar de que no estuvo mal probar esta disciplina, soy consciente de que no me va mucho eso de correr-agua-correr. ¡Quiero bici y la sensación robótica de correr después!
. Travesía a nado Puerto de la Torre en Pilar de la Horadada, 1500 mts. (Julio 2012). Nunca he pasado tantos nervios como en ese día. Era mi primera vez en el mar con más de 300 metros por delante. Sorprendentemente me gustó la experiencia y más ver cómo floto en agua “salá”.
. Travesía a nado Playa de San Juan, 2000 mts. (Agosto 2012). El mar muy revuelto y con mucho oleaje (de hecho Neptuno nos increpaba desde dentro “¡huid, inconscientes!”). Jamás he nadado dando tantos tumbos, rodeando boyas que estaban en plena orilla tras ser arrastradas por la corriente, y haciendo trayectos corriendo, tragando agua y siendo arrollada por las olas. ¡Pero moló mogollón, jeje!
. Carrera de Obstáculos en Elche, 10 kms. (aunque yo creo que fueron menos). (Septiembre 2012). Con esta prueba doy por comenzada mi pretemporada, con las piernas llenas de cardenales por hacer de soldado raso en la mili y con dolores por todo el cuerpo.
Los objetivos de este año ya están decididos. De nuevo se irá a Sevilla en mayo, pero esta vez a por el Olímpico (suena místico, ¿eh?) y acompañada por nuevos triatletas que también se han dejado enganchar a esta locura. Y se intentará afrontar con elegancia la Travesía a nado Tabarca-Santa Pola en julio, siempre que las medusas y el buen mar nos lo permitan. Entre estas competiciones surgirán carreritas varias y se seguirá entrenando duro todos los días. Pero merece la pena el esfuerzo por muchos motivos:
-         .  Nunca he dormido mejor que ahora, del tirón y profundamente.
-         .  Me siento fuerte, (¡jajajaja, Hulk, ven si te atreves!).
-           .Sin quererlo motivas a la gente a hacer un poco más de deporte (cómo no va a motivar ver a una “sarnacha” como yo nadando, subiendo en bici y corriendo… Piensan: “si esa puede, ¿por qué yo no?”).
-          . Cada vez soy un poquito más disciplinada (aunque el Sr. D. Jacinto os diga lo contrario, ¡shhh!).
-                     En los tiempos en los que estamos, recortados, invadidos por hombres de negro y asfixiados, nunca está de más saber correr por si hay que poner pies en polvorosa; saber nadar por si hay que cruzarse el estrecho o el Atlántico si me pones; saber montar en bici…¡porque la gasolina ya es más cara que la leche!
En fin, espero poder seguir contando aquí cada nueva experiencia que es lo que verdaderamente nos llevamos al más allá. ¡Ah!, y antes de que se me olvide un gran, gran aplauso a todos aquellos que un día, sin saber cómo, pasaron del sofá de su casa a verse corriendo, nadando, pedaleando, surfeando, chutando, escalando, o cualquier otra actividad acabada en ando y que implique sudar…(esa no, ¡cochinos!). Seguimos en el ajo, ¡a las buenas noches!

jueves, 19 de julio de 2012

Somos el pueblo. Somos más.

Tenía pensado escribir la mini crónica habitual de las dos últimas competiciones en las que he tomado parte, pero una se sienta ante el ordenador a escribir y en la cabeza se repite una y otra vez la pregunta “pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí?”. Y cuando hoy el ministro Montoro ha dicho “no hay dinero en las arcas para pagar los servicios públicos” el nivel de vergüenza, de desasosiego, de rabia, de sentirse estafada ha superado en puntos a nuestra querida y ahora tan de moda prima de riesgo. Pero, ¿qué hacer con este tremendo enfado? ¿Qué se puede hacer? ¿Quién soy yo para mover ficha?
Yo soy hija de un señor que lleva más de dos años con una enfermedad crónica diagnosticada terrible al que la Junta Médica Evaluadora le concede el grado de discapacidad I (equivalente a ser un anciano que necesita bastón) y así no tener que desembolsar ningún euro de más.
Yo soy hija de una señora desesperada que ha visto cómo en dos años ha pasado de tener un marido autosuficiente a tener que estar 24 horas a su lado, tener que pelear con mil y una administraciones para conseguir alguna ayuda como la de la ley de dependencia que no llega todavía y que aún antes de obtenerla se recorta en un 15%, y que ha experimentado una reducción de horas en su trabajo sin comerlo ni beberlo.

Yo soy hermana de una joven de casi 30 años que paga una hipoteca eterna religiosamente con su trabajo y que casi estuvo a punto de no pagarla porque su jefe no le abonaba su sueldo y encima le pedía que le entendiera por no hacerlo porque “todos lo estamos pasando mal”…
Yo soy una funcionaria más que ha visto cómo se han cargado las tintas contra mi gremio de una manera frenética simplemente porque ha habido una gestión deplorable y ahora toca solucionarlo de una forma rápida y drástica, que ve cómo en su aula va a tener que hacer encaje de bolillos para atender a 30 alumnos, que  tiene que consentir que además se pitorreen de ello diciendo que así los niños se socializan mejor, que tiene que pedir perdón por tener trabajo estable (pero no seguro visto lo visto con los interinos y los desplazados), que no puede quejarse en voz alta porque otros están peor, que pasa vergüenza cuando ve que su colegio debe dinero a proveedores porque Conselleria no paga…

Ahora está en nuestra mano demostrar que no nos da igual todo, que no somos un país de gente indiferente que no reacciona ante nada. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Estamos hasta el cuello. TODOS. Nos recortan el salario, encontrar trabajo es una odisea si no una utopía, nos suben la luz, nos suben el IVA. Te dan ganas de llorar cuando caminas por la calle y lo que más leen tus ojos es “Se traspasa”, “Se alquila” en los locales comerciales. Hablas con la gente y cada historia que escuchas es peor que la anterior: gente embargada, sin casa, sin trabajo, sin ingresos…sin esperanza. Y lo que no debemos hacer es dejar que esta desidia nos termine conquistando y dar a entender así que nos pueden dar mil tortazos porque siempre pondremos la otra mejilla. Eso que lo haga Jesús, nosotros tenemos que reaccionar YA. Sabemos que hay que hacer ajustes, que hay que acabar con los derroches y con el vivir la vida por encima de nuestras posibilidades pero estoy segura de que existen muchos otros sitios donde meter el tijeretazo. Este gobierno (y me da igual el color) ha decidido. Y su decisión demuestra su escala de prioridades: salvar a la banca, cumplir con Bruselas, asfixiar al ciudadano. Que nuestro presidente dijera “no nos queda otra” fue para mí la frase que refleja cuán títeres somos de los que manejan el cotarro. ¿Qué sistema hemos creado que es más importante una entidad financiera o una moneda que una persona de a pie? Sí, ya sé, la banca necesita estar estable para que todo vaya bien. Ya lo estuvo y nada fue bien. Y si es así, este sistema ya no nos vale.

Yo no soy economista, ni ministra de nada, ni experta en cuestiones políticas… Yo no soy roja, ni azul, ni de derechas, ni de izquierdas. Yo no soy conocedora de la solución a todo esto.
 Yo soy una más que esta tarde a las ocho irá a Alicante a expresar mi malestar, mi enfado y mi total oposición a que los platos rotos los paguemos los de siempre. El cuerpo tiene un aguante y el mío hace tiempo que dijo “hasta aquí”.

Y tú, ¿vas a seguir mirándonos por la tele en el informativo de la noche o te vas a unir y ser noticia? No pienses que no puedes hacer nada. Somos el pueblo, sí, y somos más.

martes, 5 de junio de 2012

¡Que no me pare nadie!

Cuando decidí empezar a escribir un blog no pensaba que de lo que más iba a hablar era del triatlón. Sorprendentemente veo que esto es empezar y no parar. Después de Sevilla escuché en la radio anunciar el SerTri de Cartagena. La distancia era supersprint, un poquito más llevadera que la de Sevilla y mi “entrenador” enseguida enarboló el boli Bic y la agregó a mis objetivos de junio. Lo mejor es que fue algo entre familia: competíamos cuatro entre mi “entrenador” y yo, más el cuñado debutante y la sobrina de 10 añitos que también se estrenaba en el flash. Así que estuvo muy bien el compartir la experiencia con la familia.
El madrugón fue de los buenos, a las seis de la mañana ya estábamos desayunando y repasando los apechusques y a las siete salimos hacia Cartagena. El día se presentaba nublado, chispeando y con fresquete. Yo me imaginaba en el mar y me entraban escalofríos. Tras llegar a Cartagena hice lo que siempre hago y que ya es un ritual para mí. ¿Coger tierra y olerla cual Máximo Décimo Meridio? ¿Estudiar el recorrido? ¿Visualizar la carrera? Pues no…básicamente mi ritual consiste en localizar un baño, jeje. Lo que peor llevo son los nervios y son siempre iguales sin importar si es un flash, un super, un mini, un “extralarge” o un microsprint.
Una vez pasados los nervios más acuciantes dejamos las bicis en su sitio junto con todo el material, esta vez prescindo de calcetines porque siendo tan corto cualquier segundo ganado es bienvenido.
La primera en debutar fue la sobrina. La verdad es que es una “machota”. Tan sólo nada un día por semana, le dijimos si quería probar y ni corta ni perezosa dijo que sí. La bici que tenía era medio de juguete, cuando había niños que llevaban auténticas bestias pardas. Del agua salió bastante airosa pero en la bici… La única avispa que hacía su ronda rutinaria por las calles cartageneras decidió picarle en un ojo. Se tuvo que parar para que le echaran una crema que le aliviara el dolor, acongojada (tiene sólo 10 años), y aún así terminó su carrera con lágrimas en los ojos. ¡Un mérito increíble! Me pica a mí y abandono fijo.


Tras el flash de niños nos tocaba a los del supersprint. Todo se retrasó un poco porque justo cuando tenían que salir los hombres entraba en el puerto la corveta “Infanta Elena” por lo del día de las Fuerzas Armadas. Era curioso ver el espigón todo lleno de tíos con gorrito amarillo y la cubierta del barco llena de marineritos vestidos de blanco impoluto perfectamente formados. Habría estado bien que de repente hubiera sonado “In the Army” de los Village People y que los marineros se hubieran echado unos bailes…
Cinco minutos después de los hombretones nos tocó a las mujerzuelas con gorrito rosa (¡cómo no!). Estuve a punto de ponerme en un lateral por lo de evitar los golpetazos pero cuando me di cuenta estaba colocada en línea recta perfecta con la boya, ¡vamos, en medio de todo el “fregao”! En cuanto sonó la bocina me lancé como una loca a por la boya, pensando que 300 metros no eran nada. Y cuando me quise dar cuenta, ¡iba la primera! ¡Oh, qué sensación más buena! ¡Sin palmetazos en el culo, sin burbujas por doquier, sin nadie que te toque los pies, SIN ALIENTO!


Pero aguanté bien porque sólo cuando ya afrontábamos la última boya para enfilar hacia la rampa de salida me adelantaron dos chicas. Y cuando ya me quedaban 10 metros para salir airosa (y tercera) del agua salada mi brújula natural se estropea y me tuerzo hacia la pared del espigón cual torpedo “escacharrao”. En una de esas en que sacas la cabecica por un lado oí al público diciéndome “¡nena, que te chocas contra la pared!”, y fue cuando me di cuenta de que no podía pararme a coger percebes en ese momento. Así que por hacer de percebeira salí quinta del agua…¡que no está nada mal, oyes!


El esfuerzo realizado en el agua lo noté en la carrerita hacia los boxes, iba más cansada que en el de Sevilla. La primera transición fue bastante rápida y enseguida me vi cabalgando mi jaca por Cartagena. Lo mejor de esta distancia es que al ser tan sólo 8 kilómetros vas a por todas. Yo me lo pasé genial picándome sanamente con dos chicas. Adelantaba y me adelantaban. Hasta que en uno de esos piques en los que yo iba delante me pasé la rotonda donde había que girar para afrontar la segunda vuelta ¡y me metí en boxes! Lo mejor: ¡mi rival también! Jeje, tal era el pique que llevábamos que nos equivocamos las dos. Nos tocó bajar de la bici, correr hacia la rotonda, volver a subir y de nuevo pillar el ritmo. Resultado: pues que en bici fui la decimosexta. Y todo el rato maldiciendo entre dientes lo pava que había sido: ¡cómo podía equivocarme en sólo 8 kilómetros!
En el último segmento sabía que tocaba resarcir el error de la bici así que le hablé con firmeza a mis piernas: “nenas, nada de tonterías, son sólo 2 kilómetros, no os quiero oír rechistar”. A lo que mis piernas contestaron: “…si no la hubieras cagado en la bici, guapa…” Es que mis piernas son muy suyas…
Tenía miedo a que me diera flato, porque últimamente me suele dar mucho, corra fuerte o suave, mucho o poco. Pero esta vez me respetó y pude correr decentemente, adelantando posiciones hasta quedarme cuarta en este segmento.



Al final sexta y sabiendo que si no me hubiera empanado en lo de la bici podría haberme llevado una copita para casa… Pero no pasa nada, de los errores se aprende y esto hará que me fije más en todos los detalles y que no pierda la concentración a pesar de los piques entre féminas, que son de órdago. Lo mejor de este triatlón fue la sensación de nadar en cabeza, me subió la autoestima hasta el infinito y más allá. El próximo será en Alhama de Murcia el día 30 de junio. Se nada en piscina pero ya no me confío, porque he metido más la pata en un supersprint que en el sprint, así que ojo avizor. Por lo pronto, a seguir con los entrenos aunque la pereza ronde mi mente constantemente. ¡Que no me pare nadie!

miércoles, 23 de mayo de 2012

Una experiencia más a la saca.

Después de cinco meses entrenando, yendo a correr cuando hacía frío, cuando hacía calor, cogiendo la bici cuando hacía viento, cuando hacía calor (¡es que ha hecho un calor, oiga!), yendo a nadar cuando lo que más me apetecía era quedarme en casita, el objetivo perseguido ha sido alcanzado. El 19 de mayo completé el Triatlón Sprint de Sevilla. Sé que comparado con Josef Ajram esto no es "ná", pero para mí sí que lo ha sido. Espero que los que leáis esto entendáis que cualquier reto, por pequeñito que sea, se convierte en un gran acontecimiento para uno mismo cuando se logra. Voy a intentar hacer aquí una mini crónica de mi experiencia en tierras hispalenses, junto a mi "entrenador".
. El hotel:
    Nos hospedamos en la Residencia de Deportistas La Cartuja, y creo que fue un acierto. Primero porque está tirada de precio y además porque estaba en el meollo del triatlón. Al estar alojados allí pudimos movernos por zonas en las que sólo lo podía hacer la organización. Es por esta razón por la que creo que soy la única que tendrá fotos saliendo del agua, ya que esta zona estaba acotada, ¡jeje!
     Los nervios empezaron a aflorar después de ver el acuatlón para niños, en cuanto vi el río con su poderío. Para calmarlos un poco la mejor solución fue entrenar en la habitación un rato...

...bueno, también podría decir que era hacer la payasa básicamente, jeje.
. La natación:
     Esta era la sección que más respeto me daba, porque aunque la he entrenado bien no tenía nada que ver hacerlo en una piscina de aguas transparentes, por un calle perfectamente señalada, sin nadie alrededor, a hacerlo en un río, con 300 y pico locos y locas más. Cuando llegó la hora de entrar en la cámara de llamada los nervios se transformaron en auténtico pavor. En esta foto se puede apreciar perfectamente.


Bueno, también se puede apreciar perfectamente cómo busco una posible salida de emergencia, ¡glups! He de confesar que me tranquilizó bastante escuchar la conversación entre dos tiarrones que estaban a mi lado:
_ Si lo llego a saber no me tiro al agua para calentar...¡pues no he perdido ya el chip!
_¡Qué malo es ser novato! Como me canse me pongo a nadar de espaldas...
No es por ser mala, pero ver a otros peor que tú te sube el ánimo...¡de buen rollo!
Tengo que decir que me gustó mucho que el "speaker" del evento se refiriera a los de mi Ola (la 5, sí, ya me sé la rima) como los super populares que entrenaban después de trabajar y que encima pagaban para sufrir. Empezamos a aplaudir y los nervios ya me brotaban por los poros.


¡Y llegó la hora! Se abrió la puerta de los "toriles" y salimos en estampida. Me sorprendí a mí misma adelantando gente. Pero, ¿tantas ganas tenía de morir ahogada? Una vez en el pantalán me acordé de mi santa madre y de sus dos horas obligatorias de digestión antes de bañarnos en el mar cuando éramos pequeños, ¡fíjate tú!, y decidí remojarme un poco las muñecas y la nuca antes de la batalla. Tanto se movía el pantalán por la gente y tan nerviosa iba, que al agacharme cual abuela prudente para remojarme, perdí el equilibrio y no tuve más remedio que saltar de golpe. En ese momento mi madre dio un respingo en Elche: "oh, no, ¡le va a dar un corte de digestión a mi hija!". Lo bueno es que lo disimulé muy bien, porque desde la orilla mi "entrenador", que me vigilaba con el teleobjetivo, pensaba que me tiraba de las primeras y sin pensármelo porque era una valiente. ¡Jajaja!
Como "crispis" en un tazón de desayuno multitud de cabecitas coloradas nos apiñamos en el río esperando a que dieran la salida. Y de repente: "tres, dos, uno...¡go!".


    En las revistas te advierten de que es una merienda de negros (que no se ofendan los negros, ni las meriendas). De que te pegan, te empujan, te quitan las gafas, te dan patadas. Y es cierto. Los primeros veinte segundos los dediqué a imponerme, a apartar a la gente que se me echaba encima...¡madre mía! Hasta que encuentras tu carril, tu camino, ahí no se puede nadar, o nadas dándole leches "sin querer" a todo ser viviente. Eso sí, una es muy educada y a cada torta, empujón o sobamiento de culo le seguía un "lo siento". Era difícil ver la boya y entonces te alegras de haber entrenado lo de sacar la cabeza para orientarte porque si no es imposible. Y en el viraje otra vez a pelearte porque todos nos juntamos en el giro. La recta de vuelta fue mejor. Encontré un huequito entre una chica y un hombre y a mover los brazos sin parar. El momento de sacar la cabeza y ver que ya está ahí la rampa de salida no tiene precio. Piensas "he conseguido salir de aquí", y te sientes Ironwoman, jeje.




 . La bici:
     Corriendo, corriendo fui a por mi jamelga. Los nervios ya se habían ido y me puse el dorsal, las zapas, el casco...todo correctamente, y salí a comerme las calles de Sevilla. El recorrido estuvo bien, suelo sufrir más en los entrenamientos, porque casi siempre me como un viento que para qué. Aunque rodé bien, me adelantaron muchos chicos que iban a toda mecha. Bueno, para haber cogido la bici unas diez veces no iba mal. Vi mucha gente que pinchaba. Yo tuve la suerte de que mi jamelguita se portó de lujo. Una retirada por pinchazo me hubiera dolido más que caerme. Me chocó ir por una zona en la que estaban todos los jovenzuelos de Sevilla de botellón, con las bolsas del super. Ni reparaban en que pasaban ciclistas por allí. Efectos del alcohol, supongo.


. La carrera:
      Cuando me quise dar cuenta ya me estaba calzando las zapatillas para correr. El circuito era por el parque del Alamillo, y los primeros metros parecía que estuviera en pleno campo porque estaba todo sin urbanizar. Y después ya fuimos por una zona llena de gente haciendo picnics y paseando. Como era de esperar, a los dos minutos de ir corriendo mis gemelos engordaron diez kilos y corrí muy lenta. No me motivaba y pensaba que después de haber nadado y rodado no podía fastidiarla en la carrera.


 Pero, milagros de la vida, en ese instante me adelantó una chica y decidí "usarla". Me pegué a ella cual calcomanía. Me vino muy bien, la verdad, porque corrí un poco más deprisa sólo para que no se me escapara. La chica no hacía más que mirarme por encima del hombro, pero no es ilegal, ¿no?, y permanecí haciendo de Kevin Costner (supongo que ella se sentiría como la Whitney Houston, jeje). Cuando ya vi que quedaba poco más de un kilómetro para meta, ataqué, la rebasé y por fin enfilé el pasillo enmoquetado de rojo que te lleva a meta. ¡Había gente aplaudiéndome! ¡A mí! ¡Qué sensación tan buena! Y los niños sacan las manitas para ver si les chocas, ¡qué chulo! Cuando llegué a meta tenía un subidón del quince, y aunque se sufre, la verdad es que es un sufrimiento placentero (no sé si eso existe).


Tan buena ha sido la sensación que hoy mismo me apunto al SerTri de Cartagena, al triatlón de la mujer. La distancia es más corta, pero he decidido coger experiencia y cuando ya esté más o menos "curtidilla", lanzarme a por un olímpico. Lo importante es que disfruté de un día de deporte. Que lo entrenado dio sus frutos. Que ponerse retos y cumplirlos es genial. Y que ver que eres capaz de hacer lo que te propongas es una de las experiencias que te llevas a la saca, saca que es lo único que vale cuando nos vayamos de este mundo.
P.D.: aunque cuando una es novata la clasificación no importa, ¡me quedé 10ª de mi categoría! Jejeje.
P.D. II: mi tiempo fue de 1h 27', mi "entrenador" que me tiene en alta estima había calculado un tiempo de diez minutos menos, pero el bajón al correr me pudo. Eso sí, me debe una cena porque acerté mi posición...
P.D. III: desde aquí quiero que conste en acta que el que me va a pagar la cena (Jacinto) ha tenido más paciencia que un santo, ha tenido que aguantar mis quejas, mis gruñidos, mis "no puedo, no puedo" cual Chiquito esquizofrénico, mi vaguería para ir a los entrenos, etc, etc. Y a pesar de ello siempre ha estado ahí animándome y diciéndome que puedo hacer lo que quiera en esta vida. ¡Te quiero, sanor!

     









sábado, 14 de abril de 2012

Anti-heroína.

"Mi vuelta a la vida", de Lance Armstrong. "¡Vamos!", de Arantxa Sánchez Vicario. "Mi historia", de Rafa Nadal. Una va al Fnac y se queda atónita con la cantidad de grandes deportistas que siendo tan jóvenes deciden escribir su biografía. Y más ojiplática me quedo cuando le echas un vistazo a algunas páginas y te relatan partidos épicos, esfuerzos sobrehumanos, ejemplos de superación y constancia, disciplina férrea, afán de superación..., ¡joder, no son humanos! Por eso han llegado donde han llegado, ¡porque no son humanos! Imaginemos por un momento que en un ataque de gran soberbia decidiera escribir un libro relatando mi evolución en los entrenamientos para conseguir terminar un mini triatlón. Estos serian algunos de los párrafos sin duda:
_ "...ese día había comido en el McDonald's con los compañeros del colegio. Por la tarde me tocaba carrera continua en el río. Tras mis gruñidos habituales y mis pequeñas pérdidas de tiempo, al final conseguí llegar a la ladera y comenzar a trotar. Después de una vuelta completa mi barriga empezó a emitir en onda corta: ¡grrrr! ¡grrrr! Intenté no hacerle caso, es más gruñona que yo y siempre hace todo lo posible para que el entrenamiento sea más corto, igual que su dueña. Pero entonces su emisión era en onda media: ¡¡grrrr, grrrr!! Mi mente de última superviviente ilicitana ya se afanaba por detectar algún arbusto, murete o parapeto donde refugiarme (ya sabrán por qué), pero el río a esa hora estaba lleno a reventar, y tampoco tenía papel... Y la barriguilla ya emitía en onda larga: ¡GRRR!...¡socorro! Nunca he corrido tan rápido por pleno centro de Elche. A esa hora salía gente del Gran Teatro y yo los esquivaba como balas del enemigo en plan Matrix. La llegada a casa fue como cruzar meta. Esto me enseñó a superarme a mí misma, bla, bla, bla...".
_ "...estaba emocionada porque por primera vez iba a entrenar una transición. Después de unos 50 kilómetros en bici tendría que echar a correr una media hora. Así vería de qué pasta estaba hecha, de lo que era capaz. Dejé la bici en casa y rápidamente me cambié de zapatillas y de camiseta, me puse la gorra en la cabezota y salí trotando por la puerta de casa cual caballo de rejoneo. "Eh, no estoy tan mal, no me duele nada". Estaba contenta, no era tan duro eso de la bici y luego correr... Y de repente, tan sólo tres minutos después de comenzar, mi gemelo derecho se convirtió en Falete y el izquierdo en Carl Winslow. "¿Qué me pasa? No puedo correr..." Los que me vieran ese día por el río pensarían que era una indigente borrachuza a la que se le había caído el cartón de Don Simón y lo andaba buscando bajo los puentes. Arrastraba tanto los pies y mostraba una cara tan angustiosa que hasta se me acercó una tal Verónica a enjugarme el rostro... Fue uno de los días en los que peor he corrido. Pero esto me enseñó a superarme a mí misma, bla, bla, bla..."
Lo que quiero decir es que estos grandes deportistas también tendrán o habrán tenido días malos, cosas vergonzosas que prefieren olvidar...y que deberían plasmar en algún capítulo de su libro (aunque fuera tipo fe de erratas), para que viéramos que también tienen flaquezas y que en algún momento han estado a punto de tirar la toalla. O que no todo es tan bonito, tan perfecto. Pero entonces no venderían ningún libro, pues se vende el éxito, la grandeza.
Vamos, que alguien como yo, que aunque le encanta entrenar, gruñe, maldice, llora, se queja... y esto lo escribiera...¡no vendería un puñetero libro! Da igual, el papel de antiheroína me mola más. Así puedo ocultarme tras un seto en el río siempre que quiera...^_^

lunes, 2 de abril de 2012

¡Qué bien vivís los maestros!...one more time...uff.

Ante la inminente llegada de las vacaciones de Pascua, a la retahíla de reproches que tenemos que soportar los maestros sólo por serlo ("no os quejéis que cobráis fijo todos los meses..., venga, si a las cinco de la tarde ya habéis acabado", etc.) debemos sumar la de "¡Ale, de vacaciones! ¡Qué bien vivís los maestros!". Y yo no suelo replicar nada, el callo está bastante curtido ya, pero en los tiempos que corren me toca especialmente las narices. Parece que se ha puesto de moda el joder (con perdón) al vecino sólo porque uno está requetejodido (perdón al cuadrado). En este caso el vecino a machacar es el funcionario, y de forma personal, al maestro.
Últimamente mucha gente me ha lanzado comentarios que me han hecho sentir como la heredera de los Hilton, la hija de Onassis o la mismísima Duquesa de Alba (eso sí, más joven, ejem). Sólo porque estudié en su día, saqué una oposición y tengo un sueldo normal todos los meses. ¡Pues no! ¡Es usted culpable por tener un buen trabajo! ¿Perdón? ¿Buen trabajo? Depende. Porque ahora quieren que trabajemos más, con más niños, con menos medios y con el sueldo recortado. Y encima sin quejarnos, ¡cómo nos atrevemos, con la que está cayendo! Sólo digo que ninguna de las medidas que hasta ahora se han tomado en Educación  ha repercutido en la mejora de la calidad de la enseñanza. ¿Mejora la educación el volver al pasado y meter en un aula a 30 niños por las tardes durante el mes de junio y septiembre? Si es así, ¿por qué no lo han hecho antes? ¿No es más una manera de decirnos "no os quejéis, podría ser peor"? Todo el mundo tiene derecho al pataleo, no sólo los que están en el paro (y en mi familia ha habido unos cuantos en esta situación), y no sólo los que tengan un sueldo mísero (en mi familia ha habido, y hay, unos cuantos así), sino toda persona que crea vulnerados sus derechos adquiridos o sienta que se le está vapuleando públicamente sin ningún sentido y sin ningún objetivo, sólo por desviar la atención hacia alguien que eligió en su día su profesión por vocación y ahora siente que entre todos pretenden que la vocación coja la maleta y se marche a otro lado. Así que, estudiante de magisterio, ¡piénsatelo dos veces! Quizá dentro de un tiempo leamos en algún sitio: Maestros, especie en extinción.
Siento sonar agorera, pero hoy me siento así.
Por cierto, ¡felices vacaciones a todos! Ah, ¡a los maestros, también!